¿Sabes diferenciar entre ansiedad y miedo? pues aprenderlo te puede ser de gran ayuda para gestionar ambas.

Uno de los trabajos por los que más requieren mi actividad como psicólogo deportivo viene derivado de una pobre, o incluso nula, gestión de la ansiedad y el miedo.

Haciendo una breve diferenciación, el miedo aparecería ante estímulos que suponen una amenaza para tu vida (pj: un coche que te va a atropellar) en cambio, la ansiedad se encuentra tras una interpretación de algo que puede ocurrir y que piensas que va a tener un desenlace desastroso (pj: pensar en lo que puede ocurrir si pierdo una competición).

Pero igualmente, y aquí es donde viene la parte más importante, la sintomatología que se va a poner en marcha en tu cuerpo es la misma en ambas emociones, aunque puede variar en cada persona. En otras palabras, tu organismo va a reaccionar igual si piensas que puedes perder una competición que si te va a comer un tiburón. Y actuará, poniendo en marcha una serie de recursos para poder responder a esa amenaza.

Esta respuesta es útil, incluso necesaria en muchas situaciones de la vida, pero cuando superan cierto umbral o se prolongan mucho en el tiempo van a provocar una serie de consecuencias negativas para tu salud que pueden ser devastadoras y ya no te digo a nivel deportivo

Y es que, cuando el organismo lleva un tiempo luchando contra una amenaza se puede decir que poco a poco empieza a “desconectar” funciones que no sean precisas para la supervivencia. Por ello, aparecerían problemas digestivos, dermatológicos, relacionados con el sistema inmune, lesiones musculares, etc.

El problema que me encuentro yo en el ámbito deportivo viene derivado muchas veces de no gestionar estas emociones ni antes ni durante la competición, lo que sin duda lleva añadido un descenso en el rendimiento.

Para ello, te voy a mostrar una serie de tips que te pueden ayudar a gestionarlo mejor, convirtiendo tanto el miedo como la ansiedad en herramientas, y no en obstáculos:

    • Aprende a respirar, de forma pausada y expulsando más oxígeno del que inspiras. Esto te recomiendo que lo hagas incluso antes de pensar cualquier cosa. Es la mejor forma de hablar con tu cuerpo y darle un mensaje de “puedes estar tranquilo, no hay amenazas presentes”.
    • Evita decirte cien mil veces frases como “no tengo miedo” o “relájate”, llegados a esos momentos la activación de tu organismo es demasiado alta para procesar dicha información. Concéntrate en respirar, relájate y ya te podrás decir lo que quieras.
    • Entiende que la ansiedad y el miedo no son malos, al revés. Son tus mejores amigos y en un momento determinado te pueden salvar la vida. Sólo que a veces son un poco pesados y debes enseñarles a “comportarse”.
    • Cuando aparezca algún síntoma que te provoque malestar como taquicardia, pesadez en las piernas, tensión muscular, etc. Primero respira y luego trata de normalizarlo. Ya que, si al aparecer esto te preocupas más aún conseguirás que se reinterprete como otra amenaza, lo que provocará un aumento de la sintomatología y mayor malestar. Date mensajes como “esto que siento es normal”, “todo el mundo siento miedo/ansiedad”, “respirando lo puedo controlar”, etc.
    • Cuando aún quede tiempo para tu competición visualiza situaciones placenteras (un día en la playa con tu pareja, un recuerdo de una ruta por la montaña, etc.) tu cerebro no distingue la realidad de lo que imaginas, si piensas en la competición traerás a tu cuerpo las mismas sensaciones que si estuvieras compitiendo, al mismo tiempo si piensas en momentos de paz traerás sensaciones de relajación a tu organismo.

Sobre el autor

José García Donate

Fundador de Donatealdeporte y director de la unidad de psicología del deporte y actividad física en el instituto Centta