No es que seas diesel, es simplemente que no estás sabiendo gestionar tu nivel de activación previo a tu competición.

Anteriormente, había comentado las consecuencias de tener un exceso de activación (insomnio, sensaciones de bloqueo, tensión muscular, etc.) y que su causa más probable suele ser el estrés (mañana tengo una competición importante y no puedo dormir, un balón muy fácil para meter que fallo de forma inconcebible, no oigo a mi entrenador con el ruido de la gente, etc.) 

En está ocasión, me centraré en hablar de lo que ocurre cuando esa activación es demasiado baja. Los motivos que pueden producir este efecto son diversos; tener una competición muy temprano, no haber descansado bien la noche anterior, desmotivación, etc.

Otro aspecto que puede hacer que tu activación descienda, es enfrentarte a un rival que consideras “fácil”, es decir un exceso en la confianza de tus posibilidades sobre cosechar una victoria puede jugarte una mala pasada. Y es que, esta sensación de tranquilidad que te provoca el creer que eres “invencible” ante ese rival, puede hacer que acudas a la competición más “dormido” de lo que deberías.

Recuerda que todo en exceso es malo, la confianza también. De nada te vale autoengañarte bombardeándote con mensajes de que eres mejor que tu rival y que estas de sobra preparado para pasarle por encima. Eso no lo sabrás hasta que no acabe tu competición, por tanto evita mentirte a ti mismo/a.

Algunos de los síntomas que te avisarán de que tienes una activación por debajo de la óptima, para desempeñar tu papel en los entrenamientos o en una competición, pueden ser; sensación de pesadez, tono muscular relajado, frecuencia cardiaca demasiado baja, etc. Además, sentirás que tu atención está “dispersa”, dificultando la capacidad de concentrarte en lo que estás haciendo en ese momento.

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